¿Y si se pudiera dar un buen uso a uno de los componentes que más genera basura, suciedad y malos olores en la ciudad? Esta fue la pregunta que guio a un grupo de estudiantes mexicanos que crearon “Fishtilizante”, un abono orgánico elaborado a partir de restos de pescado. El producto es rico en nutrientes que ayudan al crecimiento y desarrollo de las plantas y la innovación fue finalista en Solve for Tomorrow de México en 2022.
Los estudiantes tenían 16 y 17 años y estaban en el cuarto semestre de la educación media superior (penúltimo año de escolarización obligatoria). La profesora mediadora, Sonia Castillo Salinas, es del área de Química Industrial. Según la maestra, los programas de estudio están muy marcados por el tema del emprendedurismo y los jóvenes tienen una asignatura llamada Control de Producción del Proceso. “Buscamos que ellos manejen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), entonces trabajan desde el producto hasta su presentación, producción de etiqueta y envasado”, menciona Salinas.
En las clases, los alumnos fueron provocados a reflexionar sobre los problemas de su municipio. Tampico es una ciudad del estado de Tamaulipas en México, situada en la costa del Golfo de México. Es una zona urbana, rodeada de agua, tanto salada como dulce. Según la educadora, la circulación portuaria deja pescado que se convierte en alimento para animales como las gaviotas, pero aun así, quedan restos. “Observamos esto y nos damos cuenta que estos residuos, tanto de cabeza como de esqueleto y escamas, son ricos en fósforo y que podemos manipularlos para darle un nuevo uso”, explica. Pues, hicieron una búsqueda y llegaron a la conclusión de que se podrían hacer fertilizantes orgánicos.
Con los restos de pescado, el equipo hizo el compostaje, añadiendo las sobras de alimentos que trajeron de sus casas, como restos de tomate o papa, cáscaras de frutos y de huevo. “Cada residuo tiene una propiedad que mejora la composición. Encontramos por ejemplo una oportunidad en la cáscara de naranja, que ayuda a alejar insectos”, informa.
Mejoras a lo largo del proceso
Aunque era muy nutritiva, toda la mezcla desprendía un mal olor fuerte. Para solucionarlo, el equipo pensó en utilizar la planta de la citronela, que huele como la menta pero es aún más potente. Sin embargo, mezclar olores no era lo mejor. Necesitaban un componente neutralizador. “Uno de los jóvenes trabaja los fines de semana en un comercio donde se vendía pollo asado. Percibió que se generaba mucho residuo de carbón y yo le dije: busque qué utilidad pueden tener estos restos”, recuerda la profesora. Finalmente, el estudiante descubrió que este material tiene componentes nutrientes e inhibidores de olores que podrían ser interesantes para el “Fishtilizante”.
Además de los componentes del prototipo, un factor importante es que la región tiene una temperatura cálida, que ayuda con el compostaje. Pero la idea era desarrollar un producto final en forma de polvo, para facilitar su uso y posible comercialización. Entonces, trituraron el compuesto orgánico con una licuadora y lo secaron. “Primero, lo hicieron directamente al calor del medio ambiente y después lo fuimos mejorando con la estructura de un horno”, recuerda.
La creatividad nace a partir de las necesidades. Cuando hay una dificultad tendremos que mirar el problema desde otra perspectiva, cree la educadora.
Con el polvo listo, comprobaron su eficacia en una albahaca que tenía una plaga. “Se mejoró mucho y muy rápido”, se acuerda, orgullosa, la maestra. Al final, el equipo aún se preocupó de que el proyecto fuera sustentable en su envase, haciéndolo con papel.
La experiencia aportó ideas y motivación para el futuro
De acuerdo con la maestra, la experiencia destacó el valor de la colaboración entre los jóvenes. Aunque cada uno tenía responsabilidades específicas, la profesora los estimulaba a saber un poco de todo y a ayudarse mutuamente siempre que fuera necesario.
Para ella, con 31 años de docencia, la participación en Solve for Tomorrow fue muy motivadora. “Estoy muy cerca de retirarme y siento que éste es un buen modo de terminar el ciclo. Ahora todos los estudiantes ya esperan la próxima convocatoria del programa”, declara.
Para el futuro, el proyecto tiene el objetivo de mejorar la composición haciendo pruebas específicas con el pez diablo. En Tampico, así como en muchas partes del mundo, este pez se considera una especie invasora que crea problemas en el equilibrio del ecosistema. “Es un depredador de otras especies muy importantes y de Arrecifes, que actualmente son patrimonio de la humanidad”, informa la profesora.