Las habilidades blandas se refieren a un conjunto de habilidades personales y relacionales (interpersonales) que pueden desarrollarse o mejorarse en el contexto de la enseñanza y el aprendizaje. Fundamentadas por diferentes líneas de pensamiento pedagógico, las habilidades blandas ganaron mayor inserción en el debate educativo mundial con la publicación, en 1996, del Informe Delors de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El informe proponía el papel de la educación (y del sistema educativo) estructurado sobre cuatro pilares, asumiendo el hacer educativo con atención a las múltiples dimensiones de los sujetos:
- Aprender a conocer;
- Aprender a hacer;
- Aprender a ser;
- Aprender a vivir juntos.
Habilidades blandas y soft skills: interpersonalidad cotidiana
Inseparables del proceso cognitivo (de construcción y adquisición de información), las habilidades blandas se relacionan con las denominadas soft skills, nomenclatura que reúne una serie de características de comportamientos individuales e interpersonales encaminadas al ejercicio de la vida cotidiana colectiva y el buen funcionamiento del mundo del trabajo. La expresión surgió en oposición a las llamadas hard skills, que hacen referencia a las habilidades técnicas de una persona en un determinado ejercicio o función.
En el informe Skills for Social Progress, publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2015, considerada una de las principales publicaciones sobre el tema, se discutió que si bien las habilidades blandas se construyen a lo largo de la vida y se guían por los diferentes contextos y experiencias culturales de cada país, la escuela juega un papel importante para ayudar a los estudiantes a desarrollarse adecuadamente.