¿Y si el movimiento que hacemos al caminar pudiera generar electricidad para nuestros hogares? Esta pregunta llevó a un grupo de tres estudiantes a crear el “Chonta-Tec”, proyecto finalista de la 10ª edición de Solve for Tomorrow Perú. Guiado por el profesor Carlos Moya, el mecanismo desarrollado consiste en implementar una carcasa con sensores piezoeléctricos y una batería montados en los calzados de los pobladores para que a cada pisada pueda generar corriente eléctrica.
La idea nació desde la observación de las alumnas de tener un servicio de electricidad más asequible, ya que, según ellas, un gran número de familias en la localidad de Chontabamba no cuentan con los recursos suficientes para esto.. Chontabamba es un distrito del Perú y está ubicado en la província de Oxapampa, dónde también está la Institución Educativa Emblemática “Divina Pastora”, una escuela cristiana que se enfoca en la innovación.
De acuerdo con el profesor mediador, parte de las personas en Chontabamba son de comunidades nativas. “Es un lugar muy especial porque tiene una diversidad de flora y fauna silvestres”, contextualiza el maestro. Está en una región llamada Ceja de Selva, compuesta por bosques lluviosos de montaña y se sitúa en el flanco oriental de los Andes peruanos entre la Selva alta amazónica y la Sierra del Perú. “Pero esas comunidades tienen que adaptarse a los factores climatológicos de la zona, como las lluvias torrenciales, y están alejadas del centro urbano, lo que dificulta acceder a electricidad, por ejemplo”, explica el educador, que enseña Ciencias y Tecnología en la escuela.
Esos obstáculos impactan en varios aspectos, incluso en el aprendizaje de jóvenes, porque van a la escuela por la mañana, por la tarde ayudan a sus familias en la agricultura y muchas veces se quedan por la noche para estudiar pero no tienen luz. Así que necesitaban crear una alternativa. “Para ser una solución del problema de las comunidades, teníamos en cuenta que el proyecto debía ser autosostenible. Así es la pisada. No necesita de sol, de aire u otros factores climatológicos, sino solamente con la fuerza del peso del cuerpo”, describe Moya.
Una ideia, muchos aliados
Las alumnas tenían alrededor de 15 años, estaban en el 4º año del secundario (el penúltimo año de escolarización obligatoria) y tienen familiares que son de comunidades nativas. En verdad, los primeros pasos del proyecto fueron en 2022, en la clase. “Seguimos trabajando y en 2023 nos inscribimos en Solve for Tomorrow”, resalta el profesor. “Si comparamos con colegios de la capital, nuestro laboratorio queda un poco disminuido, porque no contamos con todos los recursos necesarios, pero lo que tenemos demás son ideas”, cree Moya.
Este año, para desarrollar la maqueta del dispositivo, el equipo tuvo el apoyo de técnicos en Electrónica y Mecatrónica de la Universidad Nacional de Trujillo. “Para mí, las alianzas son fundamentales. Lo que falta a un docente es tratar de abrir su laboratorio, debemos ir a centros que son especialistas y que nos puedan dar una mano”, subraya.
Una de las ventajas del proyecto es su economía. Con menos de 5 soles (alrededor de 1,3 dólar americano) ya se pueden obtener los sensores piezoeléctricos necesarios para la maqueta. “Por supuesto, es un proyecto que puede crecer y ayudar a las comunidades sin un gran costo”, dice el profesor.
Fue necesario utilizar aproximadamente nueve sensores en la carcasa que tenía el formato del pie de una de las estudiantes como ejemplo. Con cada pisada fuerte, podría generar hasta 20 voltios, pero esta descarga debe integrarse en un circuito con dispositivos llamados diodos que dirijan la corriente a la batería, de modo que esta pueda “almacenar” la fuerza para su uso posterior.
El rol del docente es tener mucha empatía con los estudiantes y fortalecer sus habilidades de resiliencia. Debemos de inyectar también la parte emocional para que puedan buscar una posible solución cuando tiene algún problema en el desarrollo del proyecto, afirma Moya.
Un futuro más tecnológico para las estudiantes y la comunidad
“Chonta-tec” abrió puertas para el grupo y quizás para la localidad. El prototipo fue donado a una familia del distrito que lo utiliza para encender bombillas. “Ahora, con Chonta-tec, los estudiantes pueden estudiar por la noche”, cuenta el profesor, que ya prospecta con la dirección del colegio y otros maestros para fortalecer el proyecto y obtener inversión para poder hacer un dispositivo con mayor capacidad de generación de energía y llevarlo para la comunidad cercana.
Además del invento en sí, el profesor afirma que la experiencia en Solve for Tomorrow le aportó a él y a sus alumnas muchos conocimientos. “Los talleres que tuvimos fueron muy enriquecedores. Tuvimos reuniones con especialistas en energía renovable que nos dieron propuestas importantes”.
Las jóvenes, cree el educador, desarrollaron la autogestión; porque fueron las encargadas de organizar los roles y responsabilidades, así que tuvieron la oportunidad de conocer mejor sus propias habilidades. Adicionalmente, el profesor observa que tienen más confianza en sí mismas. “En este año, estarán cursando el quinto grado de secundaria y ya están pensando en su desarrollo vocacional para postularse en áreas como la ingeniería, la programación, la robótica, la electrónica y la mecánica en diferentes universidades del Perú”, revela con orgullo.