Frente a los retos diarios con los que lidian las personas con discapacidad visual, estudiantes peruanos decidieron poner su creatividad y conocimientos al servicio de la inclusión de este grupo de nuestra sociedad. El equipo creó “Pusaqkuna”, un bastón inteligente que cuenta con sensores, vibraciones y GPS que ofrece mayor autonomía y seguridad en la movilidad urbana. La iniciativa, fue finalista de Solve for Tomorrow en Perú, en 2024.
El proyecto fue desarrollado por tres estudiantes de 16 años de edad, del quinto año de la educación secundaria, el último de la escolarización obligatoria. La idea surgió en una actividad del curso de robótica. Pensaban en los retos de su alrededor y estando la escuela al lado de dos hospitales, veían diariamente personas con discapacidad visual yendo a sus citas y las dificultades para transitar solos. “Aquí en Perú en general el urbanismo no es amigable con las personas con discapacidad, ya sea visual, de movilidad o auditiva, entre otras. Entonces, los chicos se dieron cuenta de esto y pensaron cómo la robótica podría traer una solución”, recuerda Kervin Calle, profesor de Artes y mediador del grupo.
Entre los obstáculos que los estudiantes percibieron estaban la falta de señalización, el ruido ambiental y la escasa sensibilidad social. Con una lluvia de ideas, decidieron crear un dispositivo para ayudar a trazar un camino seguro. El nombre “Pusaqkuna” fue elegido porque significa “el guía bueno” en quechua, una lengua que se hablaba en los Andes centrales antes de la formación del Imperio Inca y que aún hoy es la lengua nativa más hablada de Sudamérica.
Antes de Solve for Tomorrow, el equipo ya había participado en un concurso nacional, en el cual tuvieron una buena performance y eso los motivó a seguir adelante. “Después de esta primera experiencia, las principales mejoras se aplicaron tanto a la ergonomía del prototipo como al peso. Era muy incómodo”, explica el educador. En aquel momento, “Pusaqkuna” era un bastón hecho con un metal más pesado y señalaba los obstáculos con alertas sonoros.
Me quedé maravillado con la robótica y con cómo los chicos empiezan a ensamblar diferentes piezas y a programar para traer soluciones para la sociedad, afirma Calle.
Aunque Calle no sea específicamente tutor de Robótica o Mecatrónica, los jóvenes tenían conocimientos en esas áreas y otros profesores ayudaron durante cada paso. Así, lograron perfeccionar la versión final del prototipo. Ahora, cuando hay un obstáculo, el sensor emite una vibración en la parte respectiva del prototipo. Por ejemplo, si hay un obstáculo al frente, es la parte frontal del dispositivo que va a vibrar.
El equipo además añadió sistema de luces LED para que las personas puedan ser vistas de noche por los demás transeúntes o vehículos y brindar más seguridad al usuario. Ya un buzzer proporciona una segunda capa de alerta sonora y el objetivo es implementar un módulo GPS, que permitirá en el futuro reportar obstáculos peligrosos, como en aplicaciones de navegación. Los materiales fueron en parte costeados por la escuela y otra parte por los propios integrantes del equipo. El costo final del prototipo con la impresión 3D es de 120 soles (32 dólares americanos).
Trabajando juntos para la inclusión de personas con discapacidad
Para construir la carcasa, la creatividad fue fundamental. Reciclaron un tubo de aluminio para colgar cortinas de baño, pero lo cortaron para que fuera menos pesado. Luego, en la base primeramente usaron cartón y cinta adhesiva y en la versión final, imprimieron en 3D un modelo nuevo, donde se integró una placa de prototipo electrónica de código abierto, Arduíno Nano, que es compacto e ideal para proyectos portátiles.
El profesor cree que el mayor reto no fue la parte técnica, sino convencer a los jóvenes que tienen el poder de solucionar desafíos reales. Al principio no tenían la confianza, pero mientras concluían cada etapa, más motivados y contentos se iban sintiendo. “Son muy inteligentes y astutos, pero no eran los estudiantes que ocupaban los primeros puestos en la escuela. Esa experiencia mostró que sí, son capaces de hacer la diferencia y eso mejoró su autoestima”, señala Calle.
La dedicación fue visible: “Sin exagerar, yo veía a los estudiantes en el taller armando y desarmando el cableado unas 15 veces. Estaban muy dedicados y fue un proceso de aprendizaje rico y bastante divertido”, complementa.
Ofreciendo una solución al mundo
Después de testear en el taller, llegó la hora de hacer las pruebas con personas con discapacidad. El principal choque positivo fue que ese prototipo no les hacía doler la muñeca, diferente de los que generalmente están disponibles en el mercado.
Desde la comprensión técnica de sensores hasta el diseño ergonómico del bastón, cada paso del desarrollo requirió ensayo, error y mucha dedicación. Hicieron dos experiencias de retroalimentación, en un hospital cercano y en la Unión Nacional de Ciegos del Perú. “Algunos miembros de esta organización probaron el prototipo y les gustó mucho; incluso nos preguntaron dónde podían adquirirlo. Se quedaron sorprendidos con lo poco que pesaba y como era de confortable”, dice Calle.
También surgieron preocupaciones sobre la duración de la batería y la portabilidad del dispositivo. A partir de la mentoría del concurso Solve For Tomorrow, el equipo visualizó futuras mejoras: incluir carga inalámbrica, conexión con dispositivos móviles y convertir el bastón en un instrumento plegable y aún más ligero.El equipo ahora busca alianzas con ONGs y entidades públicas para escalar el proyecto, hacerlo accesible a más personas y garantizar su sostenibilidad. Además, trabajan en nuevas versiones del bastón, integrando más funcionalidades sin perder de vista lo esencial: facilitar la inclusión de personas con discapacidad y autonomía. Conoce más sobre el proyecto aquí.