La ausencia y/o constantes cortes de energía eléctrica son realidades presentes en muchas comunidades rurales de América Latina, imposibilitando que un gran número de familias tengan acceso a equipos básicos como lámparas, heladeras, televisores y dispositivos electrónicos que pueden contribuir alestudio, aprendizaje, sociabilidad y ocio.
Fue con esta cuestión en mente que los estudiantes de 4° año de Educación Media de la Institución Educativa “El Común” de Frías, en el departamento de Piura en Perú, desarrollaron el proyecto Trapiche que da Luz. Ubicada a más de mil kilómetros de la capital, Lima, la escuela atiende a una población mayoritariamente campesina, que no tiene acceso a muchos derechos básicos, como la electricidad. “Este es el caso de una de las estudiantes del grupo, por cierto. Mariela, quien ayuda a la familia con las tareas del hogar, no puede realizar actividades de estudio que requieran equipos electrónicos; e incluso para cocinar, debe usar una linterna para iluminar el ambiente”, enfatiza Yuly Rivera, profesora de ciencias que acompañó al trío de estudiantes ganadores de Samsung Solve for Tomorrow.
Resolviendo problemas reales: electricidad a partir de la caña de azúcar
Motivados por su maestra, el trío desarrolló un dispositivo que convierte la energía cinética de los trapiches que utilizan las familias en el campo en energía eléctrica. “La idea era desarrollar un mecanismo no contaminante y accesible que, de ser mejorado, pudiera implementarse como una solución concreta a esta demanda”, explica Yuli.
Los trapiches, comúnmente conducidos por caballos domésticos, son una herramienta actual y aún son muy utilizados por las familias de la región para moler caña de azúcar. Como propuesta, los jóvenes desarrollaron un primer prototipo a partir de partes de una impresora en desuso. “Los jóvenes tomaron el motor de la impresora, así como la correa y la polea, y los ensamblaron en un sistema que simulaba una pequeña bodega. La energía cinética generada al girar las piezas se convirtió en energía eléctrica. Y logramos hacer este primer prototipo sin costo alguno, utilizando lo que ya teníamos disponible”, detalla el profesor.
A partir de las primeras pruebas, y con el apoyo del mentor , Luiz “Lefo” Ernesto Flores, investigador de la Pontificia Universidad Católica del Perú, los jóvenes se propusieron instalar el prototipo en una bodega real. Sin embargo, como la velocidad del caballo era baja, las primeras pruebas no funcionaron. “Fue una tremenda decepción, pero Lefo nos motivó a seguir adelante, buscando corregir el problema. Investigando, descubrimos que nuestro motor no era lo suficientemente potente”, justifica. Implementando un sistema reductor de velocidad con poleas más grandes y pequeñas actuando juntas, el grupo pudo encender una lámpara LED con el movimiento del trapiche.
Aprendizaje basado en proyectos: enfoque en el método científico
Para la docente, el proceso de prueba y error fue fundamental para que los jóvenes pudieran avanzar. “Aprendieron un vasto conjunto de conocimientos técnicos en la práctica, investigando, indagando y probando sus hipótesis”, explica Yuli, celebrando uno de sus principales objetivos como docente. “Es experimentando el método científico, con el rigor necesario, como realmente entienden qué es la ciencia”, añade.
La propuesta incluso surgió en medio de las actividades regulares de la maestra. Cada año, en todas sus clases, los estudiantes son invitados a formar pequeños grupos y proponer soluciones reales a problemas o desafíos locales. En sus clases, utilizando el Aprendizaje Basado en Proyectos, Yuli anima a los grupos a observar y comprender el fenómeno que desean investigar formular hipótesis, experimentar y aceptar o rechazar las hipótesis formuladas inicialmente, evaluándoles en cada etapa y en conjunto con las habilidades blandas y técnicas desarrolladas a lo largo del proceso. “Como educadora, me interesa mucho más que se den cuenta de su evolución que de la nota en sí”, señala.
Yuli explica además que decidió cambiar el enfoque de sus clases cuando, años atrás, un alumno de física le preguntó: “Profesora, ¿para qué voy a usar esto en mi vida?”. y ella, sin reacción, no supo cómo responder. “Yo también, en el proceso automático de seguir el manual de contenidos, ya había perdido de vista para qué sirven y por qué son importantes estos conocimientos. Ahí entendí que necesitaba repensar la estructura de mis actividades”, justifica.
Siguiendo el enfoque STEM y realizando proyectos en sus actividades, los estudiantes pasan el semestre investigando y discutiendo problemas en sus comunidades, convirtiendo el conocimiento académico en experiencias concretas que responden al contexto en el que viven. “No quiero necesariamente que den soluciones o que funcionen, sino que tengan como guía de aprendizaje la investigación científica”, explica.
Asociando su dinámica habitual a la propuesta Samsung Solve for Tomorrow, la docente también aportó los recursos didácticos y vivenciales del Design Thinking para apoyarlos. “Los procesos de ideación y prototipado fueron fundamentales para que vieran concretada su idea”, celebra.
Logros para el presente y para la vida: trabajo en equipo
Yuli explica que además del conocimiento científico, en los proyectos STEM los jóvenes desarrollan habilidades fundamentales para la vida en sociedad, como la corresponsabilidad, el trabajo en equipo, la comunicación y la colaboración. Entre las diversas habilidades, Yuli destaca la evolución de los jóvenes para poder comunicar sus ideas de forma segura, traduciéndolas de forma accesible a diferentes públicos.
“Y también es así como la escuela se vuelve más atractiva, motivándolos a salir adelante, a continuar sus estudios e incentivándolos a seguir estudiando” agrega, argumentando que en el escenario del campo la evasión es un problema permanente. “Necesitamos que la escuela hable de la realidad de sus vidas, de la cotidianidad”, justifica.