Entre los muchos impactos de la pandemia de Covid-19, la desigualdad en la conectividad de los estudiantes fue un problema profundamente evidente. Y eso no fue diferente en Barranquilla, la cuarta mayor ciudad de Colombia, con más de 2 millones de habitantes. Directamente afectados por este tema, un grupo de estudiantes de 11° grado de la Institución Educativa Comunitaria Metropolitana de Barranquilla, decidió que era hora de enfrentarlo. Con el apoyo del profesor de Informática e Investigación Escolar, Alex González Jurado, tres niñas y un niño lograron transformar la escuela en una antena wi-fi, trabajando en un radio de hasta 1km.
Profesor hace cuatro años en la escuela, Alex se ha dedicado a transformar la cultura escolar en la que la informática es una disciplina enfocada en el uso de software. Para él, la idea de sus clases es trabajar desde la lógica STEM con la solución de problemas existentes en la comunidad. “Mi enfoque es apoyarlos en la comprensión y creación de tecnologías para resolver problemas cotidianos”, explica. Además de ser el responsable de todas las clases de informática de 6° a 11° grado, es el jefe de la disciplina de Investigación Escolar, en la que, a través de proyectos, se aborda el método racional y científico como forma de entender la sociedad.
Al identificar que menos del 35% de los alumnos de la escuela (que atiende a cerca de 1200 niños y jóvenes de los estratos sociales más bajos) tenían acceso a internet de banda ancha, los jóvenes, durante las clases de Investigación Escolar, decidieron superar el desafío de ofrecer conectividad gratuita, transformando la escuela en un proveedor comunitario de Internet, una especie de gran ruteador, capaz de difundir la señal más allá de las paredes de la institución. La conexión combina una red de área local y una red de ciudad, construyendo una especie de intranet, en la que, además de acceder a la red, se posibilita un espacio de intercambio de información y tareas sincrónicas entre profesores y alumnos.
Utilizando inicialmente computadoras escolares y materiales recuperados de la comunidad, con el apoyo de un tío de una alumna, los alumnos y el profesor lograron desarrollar un primer esbozo; una especie de pre-prototipo, cariñosamente bautizado como Frankenstein, en alusión al monstruo creado por partes del cuerpo de diferentes personas. “Pudimos entender que teníamos una idea viable, pero que necesitábamos conseguir más recursos para realmente llevarla a cabo y solucionar el problema que nos habíamos encontrado”, explica Alex. El profesor explica que, a partir de la ideación, fue posible buscar socios para calificar la propuesta. En diálogo con la Secretaría Distrital de Educación de Barranquilla, iniciamos el envío de correos electrónicos a la gerencia de la Fundación Tecnoglass ESWindows, que colabora con el desarrollo de proyectos sociales. “En un mes logramos comprar antenas capaces de actualizar las capacidades de nuestra propuesta”, celebra.
El proyecto, en su nueva configuración más robusta, se denominó Themis-Tu acceso al conocimiento, en homenaje a la diosa griega de la Justicia, protectora de los oprimidos. “Bautizamos la iniciativa con el nombre de una diosa, una mujer, con la idea de destacar además el papel de las niñas en un ámbito donde los hombres suelen ser mayoría”, celebra el profesor.
Toda la construcción y desarrollo de la propuesta fue compartida entre los jóvenes, con el profesor como agente mediador en el proceso, pero siempre “le entraron juntos”(o usar la expresión: trabajando codo a codo para resolver los desafíos. “Después de subirme al techo de la escuela para instalar las antenas y recuperarme de la locura, entendí que en realidad teníamos una solución capaz de cambiar la vida de muchas personas”, celebra. Con mejoras, las antenas podrían alcanzar un radio de 6 km, proyecto presentado y defendido por el grupo con el Departamento de Educación. “Nuestra idea es que a partir de nuestro prototipo desarrollen esta estrategia como una política pública, posibilitando incluso la creación de una red de escuelas conectadas entre sí”, explica.
El grupo, que trabajó activamente durante la pandemia de Covid-19, llevó a cabo muchas de las actividades de forma remota. Era necesario que los jóvenes estudiaran posibles modelos, investigaran tipos de antenas, desarrollaran códigos originales y discutieran intensamente sobre los caminos que podían seguir. Con el apoyo de Samsung dando soporte al grupo para emprender, se diseñó un modelo de negocio social, que continúan estructurando, incluso después de la graduación.
Para Alex, las ganancias de aprendizaje fueron numerosas, desde los conocimientos técnicos adquiridos en informática y tecnología, como el diseño gráfico de prototipos y la escritura de códigos de programación, hasta la comprensión de cómo la conectividad afecta a los jóvenes de manera desigual, además de un conjunto de otros currículos. habilidades, vinculadas a aspectos socioemocionales, como habilidades de comunicación, sistematización y organización. Él, que implementa una rúbrica de evaluación en diálogo con cada alumno individualmente, ha notado mejoras significativas. “Fue emocionante ver la evolución de cada uno, en diálogo con ellos. Revisar qué mejoraron y ver cómo identificaron esas mejoras”, explica.
Para Alex, el legado del grupo se extendió más allá de las paredes del aula y la escuela. “Trabajo en una oficina de 2m x 1,8m y hoy no puedo meter equipos enteros aquí”, bromea. El número de jóvenes interesados en hacer ciencia ha aumentado significativamente, saltando de dos a 40 proyectos a analizar. “De pitufitos de 6° a 11° grado, hoy tengo muchos alumnos con ganas de transformar, con ganas de crear y eso es absolutamente gratificante para un profesor”, celebra. Según el mentor del grupo, el amor y la avidez con que los jóvenes enfrentaron los desafíos pusieron a la escuela en el mapa de la ciudad. “Hoy saben que aquí se produce ciencia”, justifica.
Para él, el conocimiento STEM combinado con la experiencia práctica tiene un inmenso potencial transformador y atractivo. “Tiene sentido. Se apropian de los problemas locales y los enfrentan movilizando saberes curriculares, integrando a la comunidad y pensando críticamente”, concluye.