Reutilización de aceite de cocina en la fabricación de jabón para limpieza, buscando minimizar la contaminación ambiental. Esa fue la propuesta de tres estudiantes y un docente del Centro Educativo Joaquín José Vallarino, ubicado en Mariato, distrito de Veraguas, Panamá. Con los más diversos aromas y texturas (café, naranja, limón, avena, por ejemplo), el jabón no solo pasó a ser utilizado por la escuela, sino que se convirtió en una propuesta de sostenibilidad económica y ambiental en la comunidad.
La iniciativa, que recibió el nombre de Aceibón, nació de una propuesta de la profesora de inglés Xenia Vigil, quien tiene parte de su carga laboral en la escuela dedicada a supervisar y tutorizar a los alumnos, acompañándolos en sus estudios y en sus proyectos de vida. Al recibir la invitación para participar en el programa, Xenia decidió presentar la propuesta a su grupo de 22 tutorados, con quienes se reúne una vez por semana. Comprometidos con la iniciativa, dos de las estudiantes, que también viven en la escuela, se acercaron a la docente, interesadas en participar de la propuesta. Junto a otro compañero que decidió sumarse al proyecto, el grupo inició el proceso de Design Thinking, impulsado por Samsung Solve for Tomorrow.
“No entendía nada sobre STEM. No era mi área, pero estaba segura de que juntos, con el apoyo de otros profesores, podríamos aprender y desarrollar una propuesta”, explica Xenia. Además de los 40 minutos de encuentros semanales, en sus clases regulares con los alumnos, la docente dedicó buena parte de su tiempo de planificación en la escuela con el grupo. “Y cuando llegaba a casa, y los alumnos ya estaban en casa o en el internado, seguíamos comunicándonos en línea”, agrega la docente, impresionada con la dedicación e involucramiento de los jóvenes en el proceso. Desde el principio, los chicos enfatizaron que querían desarrollar algo que beneficiara a la comunidad local y manifestaron un gran interés en preservar el medio ambiente. La región, rica en recursos naturales y hogar de playas paradisíacas, es también una de las más remotas y menos servidas por los recursos públicos.
Investigando el territorio y compartiendo ideas fue que el grupo llegó al problema de la contaminación doméstica y su contribución a la contaminación ambiental. Entre los problemas enumerados, estaba la disposición inadecuada del aceite de cocina: 1,5L de la sustancia contamina un promedio de 6L de agua. Tirado por el fregadero, por ejemplo, el petróleo contamina directamente los acuíferos, creando una capa impermeabilizante en el agua que impide la oxigenación y afecta directamente el proceso de fotosíntesis y el desarrollo de la fauna y flora local.
Fue entonces cuando la madre de Xenia, al escuchar de la maestra las preocupaciones del grupo sobre el tema, recordó haber hecho jabón con aceite. Luego, la maestra llevó la idea al grupo que no solo aprobó la propuesta, sino que buscó calificarla, pensando en cómo mejorar su composición para que el jabón también pudiera usarse de manera segura para el lavado de manos, principalmente por cuestiones de higiene personal que ganó mayor visibilidada con la pandemia del Covid-19.
El proceso de ideación y posterior prototipado implicó consultar diferentes fuentes, estudiando desde la composición de los jabones hasta el proceso químico de saponificación. “Las primeras pruebas fueron un desastre”, bromea el profesor, recordando que era necesario ajustar la temperatura, luego asegurar la ventilación adecuada, ajustando el tamaño del cilindro para mezclar los ingredientes. Y luego, comenzaron a agregar diferentes fragancias y texturas, buscando mejorar la calidad del producto, haciéndolo más interesante para el consumo. “Probamos todo lo que puedas imaginar. Tuvimos varios aciertos, otros que no salieron como imaginábamos. ¡La avena y el café eran maravillosos! A la hora de lavar la ropa quedan espectaculares, y son excelentes para lavar a mano”, celebra.
Para cada aroma, textura o colorante utilizado, se realizaron nuevas pruebas. Con los parámetros aprobados, los jabones pasaron a ser utilizados en los lavabos de escuelas e internados, y para limpiar telas – sin ningún caso de alergia.
Innovaciones: mezcladora automatizada y báscula en proceso
Como el proceso de saponificación requiere un paso de mezclar los ingredientes y los estudiantes trabajaban con grandes cantidades de aceite, se hizo imposible mezclar todo a mano, con un palo de escoba. Con el apoyo del conserje de la escuela y del joven que entendía más sobre ingeniería en el grupo y a medida que avanzaban en las etapas de Samsung Solve for Tomorrow, se pudo comprar un motor de lavadora usada y construir un brazo mezclador automático que permitió mayor agilidad y escala al proceso. La máquina también era desmontable y podía llevarse a diferentes áreas de la escuela. “Era una necesidad, ya que necesitábamos seguir el proceso de cerca, los fines de semana, entre clases”, explica Xenia.
Luego, el grupo comenzó a desarrollar jabones en diferentes formatos, utilizando moldes para galletas y envolviendo los jabones en papel manila biodegradable. “Luego desarrollaron el logotipo, pero tenían que asegurarse de que no se pusiera en una etiqueta o se imprimiera en papel con un costo ambiental. Fue entonces cuando se les ocurrió la idea del sello”, narra la profesora.
Para atender la demanda, y como el aceite recolectado en el comedor escolar no alcanzaba, los jóvenes partieron hacia el territorio, iniciando una campaña simultánea de recolección del material base y de sensibilización de la población. Xenia dice que cuando se estaban preparando para salir a la comunidad, terminaron encontrando un cartel viejo de Solve for Tomorrow en la escuela. “Y el cartel de 2019 terminó convirtiéndose en nuestro material de promoción y diálogo con la comunidad”, dice.
Ganancias y posibilidades
Con el apoyo de la tutoría del programa, los jóvenes también crearon un plan de sostenibilidad empresarial. Quien donó aceite, ganó un jabón. El resto se usó en la escuela y también se vendió. “Los apoyé para realizar un análisis y cotizar el producto, buscando que en realidad pudiera convertirse en un proyecto sustentable”, explica la docente.
Para la profesora, el proyecto no solo permitió que los chicos desarrollaran nuevas habilidades socioemocionales, como la comunicación, la colaboración y la resolución de problemas, sino que ella misma pudo desarrollar nuevas oportunidades para trabajar como docente. “Estoy segura de que me volví una mejor maestra. Además de aprender mucho sobre ciencias, química, física e ingeniería, tuve la oportunidad de conocer bien a mis alumnos, de pensar creativamente con ellos, de escucharlos, y de superar desafíos en sociedad juntos”, celebra. La idea del grupo es dar continuidad a Aceibón, involucrando a nuevos alumnos y miembros de la comunidad. Con el apoyo del programa, Xenia pretende buscar pruebas y cumplir con la regulación oficial de los jabones para que puedan usarse incluso para bañarse.
Como finalistas de Solve for Tomorrow y primeras en la región, Xenia también dice que la escuela ganó una mayor capacidad de diálogo con las autoridades locales, enfocándose en ampliar los recursos para la educación local y en el país. Entre las preocupaciones de los docentes está la de aumentar las oportunidades para que los alumnos de la provincia continúen estudiando. “Viven lejos y necesitan apoyo para continuar en la educación superior”, argumenta la docente.